1? D?a de Novena a San Nicol?s de Bari
"Reunidos e invitados por la Trinidad"
Convergencias:
Como recuerda el Concilio Vaticano II, la Iglesia es ?un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Esp?ritu Santo? (LG 4). El Padre, con el env?o del Hijo y el don del Esp?ritu Santo, nos introduce en un dinamismo de comuni?n y misi?n que nos hace pasar del ?yo? al ?nosotros? y nos pone al servicio del mundo. La sinodalidad traduce en actitudes espirituales y en procesos eclesiales la din?mica trinitaria con la que Dios sale al encuentro de la humanidad.
Desde los or?genes, el camino sinodal de la Iglesia est? orientado hacia el Reino, que tendr? su pleno cumplimiento, cuando Dios lo sea todo en todos.
La renovaci?n de la comunidad cristiana es posible solo reconociendo el primado de la gracia. la perspectiva sinodal, al tiempo que est? en referencia al rico patrimonio espiritual de la Tradici?n, contribuye a renovar las formas: una oraci?n abierta a la participaci?n, un discernimiento vivido juntos, una energ?a misionera que nace del compartir e ilumina como servicio.
La conversaci?n en el Esp?ritu Santo es un instrumento que, a pesar de sus limitaciones, resulta fecundo para permitir una escucha aut?ntica y para discernir lo que el Esp?ritu dice a las Iglesias. Su pr?ctica ha producido alegr?a, estupor y gratitud y ha sido vivida como un camino de renovaci?n que transforma a los individuos, a los grupos y a la Iglesia. La palabra ?conversaci?n? expresa algo m?s que un simple di?logo: entrelaza de modo arm?nico pensamiento y sentimiento y genera un mundo vital compartido. Por lo que se puede decir que en la conversaci?n est? en juego la conversi?n.
La gracia lleva a cumplimiento esta experiencia humana: conversar ?en el Esp?ritu? significa vivir la experiencia del compartir a la luz de la fe y en la b?squeda del querer de Dios, en una atm?sfera aut?nticamente evang?lica dentro de la cual el Esp?ritu Santo puede hacer o?r su inconfundible voz.
Puesto que la sinodalidad est? ordenada a la misi?n, es necesario que m?s comunidades cristianas compartan la fraternidad con hombres y mujeres de otras religiones, de otras convicciones y culturas, evitando, por una parte, el riesgo de la auto-referencialidad y de la auto-conservaci?n y, por otra, el de la p?rdida de identidad. La l?gica del di?logo, del rec?proco aprender y de la mutua comunicaci?n debe caracterizar el anuncio evang?lico y el servicio a los pobres, el cuidado de la Casa com?n y la investigaci?n teol?gica, convirti?ndose en el estilo pastoral de la Iglesia.
